Artículo publicado originalmente en Maestra Preescolar Nº 181 de Chile
¿Es posible evaluar con propuestas lúdicas?
En el Jardín Infantil, la evaluación de los aprendizajes suele ser un tema conflictivo para los docentes. Enseñar y evaluar son parte de la tarea de los educadores y no debemos vivir estos procesos como cuestiones fragmentadas. Lo importante es determinar, previamente, tanto lo que pretendemos enseñar como lo que vamos a evaluar y cómo vamos a hacerlo, sin perder de vista las características de los niños y las niñas del Nivel Inicial.
¿Qué entendemos por evaluar? Nos resulta interesante pensar la evaluación como una parte del trabajo docente que le permite seguir los procesos de los niños y las niñas, y recuperar el camino recorrido. Como explica Claudia Turri, “…al evaluar el proceso de aprendizaje, la mirada del maestro se dirigiría más hacia los procedimientos que realiza el niño, las estrategias que despliega para interactuar con el contenido de enseñanza, el esfuerzo para superar los obstáculos que se le presentan y los avances realizados con relación al punto de partida”. Desde este enfoque, llevar propuestas de juego que se reiteren, se complejicen o varíen nos permitirá orientar la mirada hacia los conocimientos incorporados, las acciones adquiridas y las modificaciones visibles en el desarrollo de competencias de los niños y las niñas. Entonces, la idea será volver a jugar varias veces en una secuencia en la cual el docente va cambiando la mirada y las intervenciones. El docente pasa de proponer, sostener, explicar y ayudar a retomar, pedir, solicitar, plantear y observar cuestiones adquiridas.
Veamos algunas posibilidades.
Evaluar desde el juego dramático
El juego dramático es un juego en el cual los niños y las niñas simulan la participación en espacios y situaciones, de un modo distinto al que lo hacen en su vida infantil. En este tipo de juego, la unidad fundamental de la acción lúdica está dada por la situación ficticia, en la que los niños y las niñas adoptan el papel de otras personas. La intervención durante el juego, entonces, refiere a observar su juego y, si fuera necesario, incorporarse al mismo desde un personaje más, es decir, desde un rol específico. Esta observación nos permitirá acercarnos a las creencias o hipótesis que los niños y las niñas tienen sobre ciertos lugares, roles, trabajos y servicios. Al jugar, el niño y la niña presentan sus saberes y experiencias previos o incluso la ausencia de estos. Entonces, jugar a la heladería, la pizzería, el teatro, el shopping, el hospital o la estación de tren nos permitirá saber qué conocen los niños y las niñas y qué podemos enseñar sobre estos ámbitos.
Pero lo enseñado debe aparecer, posteriormente, en las propuestas de repetición y continuidad del juego. Diferentes roles, situaciones, herramientas de trabajo y espacios que no aparecían al jugar en un comienzo, se podrán incorporar en la ficción o el juego dramático desde el pedido del docente. El mismo juego posibilitará incluir los nuevos saberes y ser observados por el educador.
Evaluar desde el juego reglado
Los juegos reglados implican el conocimiento de conductas, pautas y valores como esperar, cooperar y respetar. Muchas veces, también, requieren manejo de saberes como conteo (como en el caso de la escondida) o cuestiones motrices (como en el caso del luche o las rondas). Por eso, enseñar estos juegos, ayudar a conocerlos e incorporarlos, permitirá posteriormente la recuperación de lo aprendido al volver a jugarlos. Por ejemplo, existe un antiguo juego llamado “EL ENVOLTORIO DE DON GREGORIO” , que requiere del conocimiento de las partes del cuerpo. En este juego, la docente presenta un paquete y pregunta, niño por niño: ¿qué hay en el envoltorio? Los niños y las niñas deben responder con una parte del cuerpo de don Gregorio, por ejemplo, “la nariz de don Gregorio” . No se debe repetir una parte del cuerpo ya mencionada. Quien repite, paga una prenda. Es posible que, la primera vez que se juegue, los niños y las niñas incurran en la repetición, por no prestar atención o por no conocer tantas partes del cuerpo como para poder replicar lo ya dicho. Esto permitirá al docente enseñar y volver a jugar para recoger lo incorporado.
Algunas consideraciones sobre el juego y la evaluación
Al planificar la tarea, debemos considerar qué aprendizajes se van a evaluar y, en consecuencia, decidir qué juego nos proporciona datos sobre estos aprendizajes. Será importante el registro sobre los aprendizajes adquiridos por los niños y las niñas, ya que este brinda a los docentes una idea sobre sus progresos y dificultades. Estos datos son analizados e interpretados pedagógicamente, para luego comunicar los resultados de la evaluación a las familias. Estos pasos permiten a los educadores identificar lo que aprendieron los niños y las niñas en relación con las propuestas de enseñanza donde el juego y el clima lúdico fueron parte esencial. En una propuesta de juego, resultará interesante observar el modo en que los niños y las niñas resuelven problemas y elaboran productos: la primera vez que se juega, durante las repeticiones del juego, frente a variantes en la propuesta y con o sin la ayuda del docente. Esta observación intencional dará cuenta de un recorrido particular que podría proporcionar evidencias concretas para realizar los informes evaluativos personalizados, al captar la singularidad de cada camino recorrido.
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