martes, 6 de agosto de 2013

El carácter nos pone a salvo de las fieras

Una vez un monje oriental vio cómo un alacrán se estaba ahogando. Decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Ante el dolor lo soltó dejándolo caer y nuevamente el animal comenzó a hundirse... entonces intentó sacarlo y otra vez lo volvió a picar. La escena se repitió varias veces: Sacarlo del agua, ser picado y soltarlo. Alguien que observaba, le dijo: "¡Por qué es tan testarudo! ¿No entiende que cada vez que lo saque del agua lo va a picar?". Entonces el monje le respondió: "La naturaleza del alacrán, es picar... no va a cambiar mi naturaleza, que es ayudar".


Para tener un carácter consolidado hay que vencer los miedos, porque el miedo no permite que asumamos riesgos, y la autentica manera de vivir es arriesgándose en cada momento y cada vez que tomamos nuestras propias decisiones.
Una persona posee un carácter firme, cuando su vida se mantiene fiel a unos principios personales, cuando está seguro con sus convicciones, y sobre todo cuando es capaz de dominarse y controlar sus impulsos. Una persona con carácter también tiene miedos, la diferencia radica en la forma en que se enfrenta a ellos. No se aleja ni se paraliza, asume las situaciones de riesgo con audacia y firmeza, tratando de resolverlas adecuadamente sin desmoronarse ante la adversidad.
Vivir no es sencillo. El mundo puede ser maravilloso, pero también puede ser cruel. Y mantener fuerte nuestro carácter, nos permite aceptar las cosas como son, no como uno quiere que sean. Nos ayuda a alejarnos de personas débiles que jamás se comprometen, y cuyo ego negocia con todo a su alrededor por que todo tiene precio o valor.

La meta no es poseer sino dar, no es tener sino ser, no controlar sino compartir, no someter sino estar de acuerdo. Rabino Abraham Joshua Heschel

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