“A los ojos de un niño, no hay siete maravillas en el mundo. Hay siete millones.” - Walt Streightiff
LA PÉRDIDA DEL ASOMBRO
Como el mundo es un lugar completamente nuevo para los niños, ellos tienen la capacidad innata de asombrarse. Entonces, ¿qué pasa durante el proceso de convertirse en adulto que hace que perdamos esa habilidad de maravillarnos? Pues muchos asocian el asombrarse con la inmadurez y por eso después de adultos piensan que son demasiado viejos, sensatos o inteligentes como para sentir asombro.
Sin embargo, no podrían estar más lejos de la verdad. El asombro es la capacidad de percibir lo hermoso, lo excepcional, y lo impresionante en todo lo que nos rodea. Contribuye a nuestra felicidad, creatividad y motivación.
En una ocasión un profesor dijo que la belleza es algo que uno aprecia o admira sin ningún tipo de interés en una ganancia personal. Si nos llevamos de esta definición, podemos ver por qué es tan difícil percibir la belleza. La cultura de hoy lamentablemente está centrada en “¿qué saco yo de esto?” Y “¿cómo me beneficia?” Además, en esta sociedad de ‘actualizaciones’ la publicidad ha hecho que nos centremos en lo que no tenemos. Queremos todo lo nuevo y lo queremos ahora.
Entonces, ¿Cómo puedes renovar tu habilidad de sentir asombro?
LOGROS HUMANOS
El arte, el teatro, la música nos ayuda a recordar que el ser humano es capaz de crear obras increíbles. Igualmente puedes asombrarte con los logros de los demás si te detienes a pensar en todo lo que estaba implicado en realizarlo. Cada obra conlleva tiempo, energía, perseverancia, destreza y creatividad.Una manera muy sencilla y súper efectiva para aumentar tu aprecio por tales maravillas es dejar a un lado los temores y experimentar por uno mismo. Tomar un curso de pintura, tratar de aprender a tocar un instrumento musical o participar en una obra dramática te hará ver que hacerse experto no es tan fácil.
LA NATURALEZA
Puedes recobrar esta inestimable habilidad deteniéndote a contemplar y aprender sobre la naturaleza. La palabra clave aquí es detenerse. Todo parece ordinario a primera vista, sin embargo cuando tomas unos minutos para realmente abrir los ojos y observar y luego meditar, las cosas empiezan a cobrar más valor.Usa tus cinco sentidos. Si ves a un escarabajo cruzando por la acera, agáchate para poder verlo mejor, tómalo en tus manos para sentir cómo se enganchan a tu piel cada uno de los pequeños anzuelos que tiene en la punta de cada pata, escucha sus chasquidos, respira profundo para percibir su olor. No tienes que ir tan lejos como pasarle la lengua…, pero de seguro que encontrarás de qué asombrarte si haces una pequeña búsqueda en internet sobre insectos comestibles.
Sacar tiempo para aprender cosas nuevas acerca de elementos cotidianos puede resucitar tu habilidad de sentir asombro. Tomemos por ejemplo un sencillo banano. ¿Sabías que esta fruta tan común contiene un componente químico que hace a las personas felices o que su cáscara alivia la picazón y la inflamación de la picadura de mosquito? Ahora cada vez que veas uno, será como con nuevos ojos; ojos llenos de asombro.
Recuperar la capacidad de asombrarnos ante lo pequeño, lo simple y lo natural puede devolvernos esa magia que descubríamos a cada momento en nuestra niñez. No te prives de las emociones que resultan de saborear la vida en plenitud, como el asombro, la admiración, el respeto y el aprecio. Abre tus ojos; mira las siete millones de maravillas a tu alrededor…
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